Opinión

La zanahoria de Maroto

Se está hablando estos días de que el Alcalde de V-G se queda sólo en algunos de los debates municipales. Son muchos asuntos los que se dirimen diariamente, unos más relevantes que otros. Las decisiones que se adoptan sobre ellos son en unos pocos casos, competencia del pleno y en su inmensa mayoría del Alcalde y su Junta de Gobierno.

Maroto tiene muy claro la diferencia entre unas y otras. El podrá hacer lo que quiera sobre las decisiones que no necesitan ser sometidas a votación entre los 27 concejales-as. Lo demuestran los 34 millones de euros, conocidos a día de hoy, que ha modificado por decreto de la prórroga presupuestaria. Le ha dado lo mismo si le apoya un grupo, dos o ninguno. Una actitud autoritaria y nada transparente. No es dialogante, ni comparte las decisiones que son de su competencia pero posteriormente llama a la responsabilidad de los grupos municipales para consensuar los proyectos de la ciudad. ¿Contradictorio? Lo es, pero no tanto como el comportamiento de otros grupos de la oposición que tras criticar este comportamiento, anuncian sus acuerdos con el gobierno municipal por valor de varios millones de euros.

No termino de explicarme el error de presentar el borrador de presupuesto sin acuerdo político previo. Una torpeza impropia de un político tan calculador. Sorprende su falta de previsión, sin tener en cuenta que el Pleno le podría dar la vuelta a su propuesta como a un calcetín.

Pero a grandes males, grandes remedios. Maroto utiliza el comodín de la zanahoria, que nunca le ha fallado. Lo utilizó siendo concejal de hacienda cuando Alfonso Alonso no conseguía una mayoría para aprobar su presupuesto y le funcionó. Es un truco muy básico, pero que está demostrada su efectividad. Consiste en que el gobierno no necesita tener un presupuesto para gobernar. Le es mejor tener las manos libres para hacer lo que quiera con la prórroga y echar mano de la oposición para incorporar nuevas inversiones, a pesar de su manifiesta ilegalidad.  Fue sorprendente como entraron en su juego todos los partidos de la oposición, para ver quién pillaba más. Recordé en aquel Pleno, el cuento del carretero subido al carro que le enseña al mulo la zanahoria atada a un palo para que empuje de él con la esperanza de alcanzar el premio. Todos empujaron unas cuentas a mayor gloria del Alcalde y ninguno llegó a alcanzar su premio, ya que las inversiones se anunciaron, pero no se cumplieron en su gran mayoría.

Maroto no tiene problemas en legir distintos  socios, mientras sean temporales. No es que sea díscolo con la estrategia de alianzas del PP, sino que es efectista. Le sirve Bildu para cerrar el Baicenter, liquidar la Arich, impulsar la nueva estación de autobuses o el Antzerki. En el café-party también quieren jugar y se apuntan al carro, pero abajo, y tiran de él con 50 millones de euros, haber quién tira más. Les deseo más suerte que con la Escuela de Folklore, el circuito de Mendiola, las inversiones en pueblos, etc.

Mientras tanto el PSE, que debería ser el socio preferente del Alcalde, por el acuerdo alcanzado entre Patxi López y Antonio Basagoiti, ni está ni se le espera. Gracias a la facilidad del gobierno municipal para encontrar aliados para los grandes asuntos de la ciudad, ni Javier Maroto los necesita, ni Patxi Lazcoz encuentra el modo de subirse al carro del Alcalde.

Dudo de que se pueda concluir que el gobierno del PP esté sólo. Creo, más bien, que siempre tiene pareja cuando elige la canción.

Y mientras Maroto guarda el palo con la zanahoria para la próxima ocasión.