Opinión

Malala y el Nobel

Artículo de opinión de Honorio Cadarso Cordón

La adolescente pakistaní Malala, a sus 16 años, recibió el 10 de octubre el Premio Sajarov de la paz otorgado por el Parlamento europeo, pero el Premio Nobel de la Paz al que estaba nominada entre 259 candidatos más ha sido otorgado por fin al Comité Internacional para la prohibición de las armas químicas..

Malala es la denuncia más expresiva  del salvajismo del macho humano que en sus aventuras sexuales hace lo que no hace ningún otro animal, atacar a la hembra, impedirle el desarrollo de su personalidad. En la vida animal, son los machos los que luchan entre ellos por conseguir la sumisión de la hembra; en el mundo de los seres humanos no, los machos se desahogan atacando a las hembras. Malala ha sido víctima de ese desajuste del comportamiento humano. Malala ha tenido la osadía de hacer frente a los talibanes de su país que prohíben a las niñas asistir a las escuelas y recibir enseñanza como cualquier niño del mundo. Su osadía le costó el 9 de octubre de 2012 un atentado contra su vida, algunas balas en el cerebro y en el cuello, y una larga etapa de recuperación en hospitales de su país y de Inglaterra.

A pesar de los pesares, Malala sigue en su lucha por la defensa del derecho de las niñas a la educación. Los premios internacionales le llegan de todos los lados, desde España ha recibido ya dos, uno desde Cataluña y otro de Unicef-España. Malala, a sus 16 años, no es una diva de la belleza y del celuloide, como la Marilyn Monroe, ni una prima dona del "bel canto"como la María Callas. posiblemente no ocupa muchas portadas de las revistas del corazón. Solo es la voz de la mujer oprimida, la denuncia a escala mundial de todos aquellos que se empeñan reducir a la mujer al rol de florero, de engendrar y cocinar, de descanso del guerrero.

Malala pone voz y grito a los millones de mujeres que sufren esclavitud por culpa de la trata de blancas organizada a escala mundial, a los millones de mujeres africanas víctimas de los abusos sexuales de africanos y soldados mercenarios venidos de fuera, del hambre y de la violación. Aquí no vale el recurso facilón de culpar al fundamentalismo talibán de esta situación de las mujeres de Pakistán y Afganistán, importa mucho que todos asumamos la parte de responsabilidad en esta opresión que sufren las mujeres de aquellos países. La voz de Amanat, la joven india violada en un autobús por un grupo de hombres de los cuales algunos han sido condenados a muerte, O también la de Ada Orduya, la joven prostituta nigeriana asesinada en un gimnasio de Bilbao.

En fin, la voz de todas las mujeres víctimas de la violencia machista, ese género de violencia que nos rebaja a los hombres por debajo de los animales. Malala nos invita también a asumir nuestras responsabilidades por la muerte de los casi 500 emigrantes que se ahogaron estos días pasados en el Mediterráneo, cerca de la isla italiana de Lampedusa; es la voz del Tercer Mundo que reclama un puesto en el banquete de la vida del que disfrutamos los del Primer Mundo.
 
Una pena que Malala no haya obtenido el Nobel de la Paz. Pero no pasa nada, tampoco estamos seguros de que el Premio Nobel, un típico producto embellecedor de nuestra cultura universall machista,  sea digno y esté a la altura de una muchacha pakistaní de su categoría.
!Salah malecum, Malala!