Opinión

Católicos al rescate

Artículo de opinión de Honorio Cadarso.

Son ya muchos años, quizá siglos, en los que la Iglesia católica se posiciona al lado del poder y de la derecha política del Estado español. El último episodio de esta larga serie lo han denunciado estos días grupos de católicos españoles con motivo de la gran parada religiosa de Tarragona, en la que fueron declarados beatos y elevados a los altares 522 católicos fusilados en territorio republicano durante la guerra civil de 1936. Cientos de obispos, varios ministros del PP, y la voz y la imagen del Papa Francisco, el papa Bergoglio que hace poco dijo que nunca ha sido de derechas, hicieron piña con 25.000 fieles católicos en el espacio de la antigua Universidad laboral de Tarragona.

522 católicos entre sacerdotes, religiosas, seglares y varios obispos que fueron fusilados en la zona republicana subían a los altares entre las oraciones y aclamaciones de la muchedumbre. No estaban entre ellos 14 sacerdotes vascos fusilados por tropas a la órdenes del General Mola, ni sacerdotes o cristianos fusilados por su lealtad a los ideales de la Segunda República española en la zona ocupada por el ejército franquista en otros lugares de España.

Ni ningúna mención de los cientos de miles de republicanos fusilados en la zona dominada por los franquistas, que todavía están hoy esperando una sepultura digna. Y es que la Iglesia católica española ha sido a lo largo de la historia reacia a desmarcarse de su alianza con la derecha, y ha rechazado como a hijos díscolos y rebeldes a los católicos cercanos a ideologías de izquierdas. El lehendakari José Antonio Aguirre y el Gobierno Vasco sufrieron ese rechazo de la cúpula de la iglesia durante la guerra civil y después. El mismo rechazo que sufrió el poeta y pensador José Bergamín, que se confesó toda su vida fervoroso católico pero también "comunista hasta la muerte, pero ni un paso más", vivió0 su vida en el exilio y vuelto a Euskadi pidió no ser enterrado en tierra española...

El compositor Manuel de Falla, católico y devoto de María Madre de Dios, se exilió de por vida en Argentina por razones parecidas. Y el mismísimo Cardenal Arzobispo de Tarragona, Vidal y Barraquer, que no apoyó el golpe militar del General Franco, vivió exiliado toda su vida. A nivel mundial, la Iglesia tiene los mismos problemas con sus fieles propensos a posiciones de izquierda. Con el vasco Ignacio Ellacuria, ejecutado en El Salvador, o con el poeta nicaragüense Ernesto Cardenal, monje contemplativo que se confiesa hoy todavía comunista y creyente. O con toda una corriente de pensamiento teológico que ha arraigado profundamente en América latina y que llaman Teología de la Liberación, frecuentemente atacada por los Papas Juan Pablo II y Benedicto XVI. Parece un tanto difícil que la Iglesia católica se libere de una vez de esa tendencia a uncirse al yugo de la derecha y del dinero.

Y el caso es que su fundador, según cuentan los evangelios, anduvo siempre liado con gentes de mal vivir: con las prostitutas, los cobradores de contribución, y a la greña con los sumos sacerdotes judíos y con el gobernador romano Poncio Pilato, que terminaron por ejecutarlo en una cruz, y hasta con el buen ladrón que fue crucificado a su lado en el Calvario. No es de extrañar que muchos católicos hayan criticado lo del domingo pasado 13 de octubre en Tarragona, o la postura del Papa Francisco en su alocución a los reunidos en aquel acto, no por lo que dijo sino por lo que no dijo. Para muchos no creyentes lo de que la Iglesia española rompa sus alianzas con la derecha española es tan difícil como la cuadratura del círculo. Pero quedan creyentes que no han perdido la esperanza. !Que haya suerte, católicos que intentáis rescatar a la Iglesia de sus alianzas pecaminosas...!