Araba

Espectadores de la intriga económica

Después de varias semanas de numerosos rumores sobre la posibilidad de que el gobierno de Argentina anunciara la nacionalización de YPF, finalmente la presidenta Cristina Fernández comunicó al mundo la expropiación del 51% de las acciones de la filial argentina de la petrolera Repsol.

Para alguien de izquierdas que un país como Argentina, Brasil o Bolivia decida la nacionalización de sectores estratégicos como el de los hidrocarburos no hace más que confirmar que “si se quiere, se puede”. Es más, se puede considerar que se trata de la legítima decisión de un país soberano que legisla sobre cómo quiere llevar sus asuntos económicos.

Ahora bien, en el caso argentino cabe cuestionarse si está decisión se ha tomado pensando en el interés general del pueblo como sucedió en Bolivia o Brasil?. Mucho me temo que no. Pues todo apunta a que se trata de un movimiento de silla, de sustituir a una empresa que un día fue monopolio español por otra china o estadounidense. Un quítate tú “pa” que me ponga yo. Con lo que a la población argentina, a la española, a la china o a la estadounidense ni nos va, ni nos viene. Porque esta decisión no está pensada para beneficiar a la población de ningún país, no está pensada en el interés general. No nos repartiremos dividendos.

Ya me gustaría saber qué se esconde detrás de la expropiación selectiva de las acciones de Repsol y, de paso, de las pretensiones futuras del Estado argentino en relación con ellas.

Por eso, no entiendo que este tejemaneje de intereses económicos privados esté provocando un contencioso entre la población de ambos países. Porque a las poblaciones de ambos países ni nos va ni nos viene. Repsol, YPF y sus directivos no han compartido hasta ahora beneficios con la población. Tan sólo ahora pretenden hacernos copartícipes de sus guerras internas. Nos necesitan para hacer fuerza. Pero, ¿qué se nos ha perdido a la gente de a pie en este rifi-rafe. ¿Son acaso nuestras estas grandes macrocorporaciones internacionales? ¿Son nuestros el Banco Santander, el BBVA,  Telefónica, Endesa o Iberdrola? Algunas lo fueron hace tiempo, pero ahora sólo pertenecen a sus accionistas y deberán ser sus accionistas los que libren esta batalla.

El resto nos deberíamos posicionar como espectadores y espectadoras de  este dantesco reality show de intrigas económicas y  estrategias geopolíticas ajenas a nuestras vidas.

Lo que sí nos debía poner de pie es el expolio al que nos están sometiendo los mercados y sus amigos necesarios, la derecha española. Ese recién condecorado Partido Popular, que está dejando un reguero de víctimas en paro exportables a Alemania o a Laponia si fuera menester. O la privatización de un bien público como el Canal de Isabel II. Un Mariano Rajoy que está gobernando en contra del pueblo y nunca contra los intereses de las empresas, sean estas nacionales o extranjeras.

Y ante este espectáculo, seguro que unos y otros buscarán la manera para que la ciudadanía de ambos países -España y Argentina- terminemos por pagar la factura de la nacionalización decidida por el Gobierno de Cristina Fernández.

Ahora que, cuando Repsol, YPF, Cristina Fernández, Mariano Rajoy o quien sea nos agreda, yo volveré a salir a la calle y volveré a invitar a quien quiera a defender sus derechos, aún a riesgo de que los ministros de Interior y Justicia nos criminalicen por ello.

 

Fdo.: Nerea Gálvez

Portavoz del Grupo Juntero de Ezker Batua Berdeak