Euskadi

Euskadi, Madrid y catañuña fueron vanguardia contra la dictadura

En 1975 no había un solo barrio de Bilbao, y ni una sola población de su área metropolitana, que no tuviese una asociación de vecinos o una comisión de barrio activa. Qué diríamos del movimiento obrero, del estudiantil... Qué marea de libertad. Algo muy importante se había puesto en marcha en este país cuando el dictador estaba a punto de morir en la cama.

Ante setenta personas, el catedrático jubilado de la UPV-EHU, Pedro Ibarra, y el periodista Julio Flor, presentaron ayer en la sede de Ezkerra-Berdeak de Bilbao el libro “Memoria del antifranquismo en el País Vasco. Por qué lo hicimos (1966-19769"

“Trato de contar en este libro el por qué muchos, nosotros también, negamos aquella naturalidad que había cobrado carta de naturaleza con la dictadura fanquista, para que todo pudiera ser cambiado. Vivíamos en un mundo muy cerrado. Un mundo que, se suponía, fuera de él no existía nada. Nosotros negamos esa realidad diciendo que sí era posible un mundo distinto, otra forma de vida, otra actitud distinta”.

“Es posible que la larga sombra del franquismo se haya filtrado hasta lugares recónditos de nuestra existencia –reflexionó Julio Flor-, como seres sociales que vivieron y respiraron en esa atmósfera, o como hij@s o niet@s de quienes vivieron y padecieron una época negra de nuestra historia…”

“Pero por otro lado, también es posible que la luz del antifranquismo aún nos caldee e inspire, sin saberlo: un ferviente deseo de construir una sociedad más libre e igualitaria, un mundo de relaciones de solidaridad. Más unidos, con capacidad para la fortaleza y un mayor sentimiento cooperativo de resistencia. No hay calles muertas si tú estás vivo para seguir soñando”.

La presentación tuvo formato distinto. Como si fuera un programa de radio, con una luz tenue y una rosa blanca que simbolizaba la libertad. Una rosa blanca, que Pedro Ibarra entregó al final del acto a su esposa, Carmen Oriol, que también participó con él intensamente en la lucha contra la Dictadura. Como muestra de una larga conversación de una hora, recogemos las dos primeras preguntas que Julio Flor hizo a Pedro Ibarra:

.- En tu libro se escuchan las cargas policiales, las manifestaciones, las huelgas, los gritos de libertad, en él se escucha el murmullo de la hierba cuando crecía en la noche de San Juan

Estoy pensando qué quería yo que se escuchara en el libro. Quiero que se sienta la emoción, la vivencia; más que las razones teóricas de todo un conjunto de gente que desde distintos sitios, desde distintas razones y distintos contextos, tomaron esa opción del antifranquismo. El compromiso social y político de mucha gente supuso ya un cambio de vida, el cambio de la vida cotidiana, de cómo relacionarse con la gente, de cómo construir comunidad, de cómo vivir la vida material. Ese cambio fue determinante en el proceso de confrontación.

.- Queda claro que fueron años muy duros, de gran represión, de cárcel, de falta de libertad… y a la vez fueron años intensos, creativos…¿Fueron también años hermosos?

Sin duda. Viendo luego en qué se ha convertido el mundo, en fin… Hubo gente que se jugó la vida y la perdió por su enorme compromiso. Hubo mucho dolor, eh!, y torturas en comisaría. Eso estuvo ahí. Pero la vivencia de que estábamos haciendo algo distinto y con mucha otra gente. Eso fue muy hermoso.