Opinión
Santa Rita Rita
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- Publicado: 21 Mayo 2012
No han sido estas últimas semanas apáticas en acontecimientos relacionados con V-G. A la hora de seleccionar un tema, creo que la capitalidad verde europea en 2012, es un hito con muchas transcendencias.
Transcendental, porque creo que supone un antes y un después en nuestro carácter como ciudad.
Primero, porque hemos salido de nuestra muralla ancestral para competir de igual a igual con el resto de candidatos a este galardón. Nos sentimos muy a gusto dentro de nuestro fortín mirándonos el ombligo mientras fuera el mundo gira y las oportunidades no esperan a que nos despertemos de nuestros sueños. Nuestra identidad se ha ido consolidado alrededor del “quejío y el lamento”, quejándonos amargamente de lo que otros conseguían y lamentando nuestro triste destino por ser los grandes marginados.
Segundo, porque ratifica la potencialidad de las políticas medioambientales llevadas a cabo durante décadas. Como todo lo nuestro, lo vivíamos con la moderación que tanto nos caracteriza. Ahora eclosiona y se nos aparece con todo su esplendor gracias al reconocimiento europeo. Nadie de fuera tiene la culpa de este éxito, de igual forma que normalmente nadie de fuera tiene la culpa de nuestros fracasos. Somos nosotros los que construimos nuestro día a día y somos el resultado de todo lo bueno y menos bueno que hemos hecho a lo largo de la historia.
Tercero, porque supone un compromiso para potenciar esas políticas y no pensar que todo acaba con el premio Green Capital 2012. Nuestra Agenda 21 incorpora en su Plan de Acción 2010-2014 nada menos que 228 acciones y 304 actuaciones. Es necesario que las decisiones del Ayuntamiento sean coherentes con estos objetivos y que se aporten los recursos necesarios para llevarlos a cabo en los plazos previstos.
Hoy somos Capital Verde Europea no sólo por la apuesta por la sostenibilidad durante 20 años.
Tenemos un pecado que ha estado a punto de hacernos perder este premio. Me refiero al inmenso consumo de suelo en los desarrollos urbanos de Salburua y Zabalgana. Ha sido un garbanzo negro en la coherencia de nuestras políticas ambientales que nos iba a relegar del primer lugar. El Ayuntamiento presentó el compromiso de llevar a cabo un plan para redensificar esos dos barrios y fue suficiente para convencer a los más reticentes miembros del jurado. Sin la optimización de la ocupación del suelo con suficiente masa crítica para favorecer los intercambios comerciales, sociales y culturales, jamás hubiésemos obtenido este preciado galardón.
Si a la redensificación de Salburua y Zabalgana le sumamos la totalidad de viviendas pendientes de ejecutar en el planeamiento vigente superaríamos las 32.000 viviendas. Eso supone tener resueltas las necesidades residenciales a corto y medio plazo. En esta situación deberíamos tomar dos decisiones: declarar una moratoria en el consumo de suelo virgen y no incrementar el parque edificado sino liberar suelo del proceso urbanizador.
De ahí que ahora corresponde propiciar la compacidad urbana, priorizando el crecimiento hacia dentro con la recuperación y rehabilitación de nuestros barrios y de los espacios urbanos consolidados, es decir, un urbanismo de segunda generación.
Ahora llega el momento de no mirar para otro lado. Los compromisos asumidos por el Ayuntamiento se convierten en una hoja de ruta. Este premio nos lo han dado por lo que hemos hecho y por lo que nos hemos comprometido a hacer, No podemos ser tan inmaduros y poco responsables como para pensar que ¨ lo que se da no se quita ¨. Hemos recibido este premio y asumido una responsabilidad. Que nadie nos pueda achacar nunca que hemos hecho trampas. Que no seamos recordados como el fraude Green.