Opinión
Leyes sin Parlamento
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- Publicado: 21 Mayo 2012
“Si algo puede salir mal, saldrá mal”(Ley de Murphy)
Se trata de la aplicación de un marco jurídico “ad hoc”, para justificar los recortes sociales y hacer que la crisis la paguemos los ciudadanos.
La Ley del Embudo, más que una ley, se ha convertido en uno de los principios básicos que regulan nuestro Estado de Derecho. Si recordamos su significado estoy seguro que encontraremos una total similitud con lo que nos toca vivir: “la Ley del Embudo es la que se emplea con desigualdad, aplicándola estrictamente a unos y ampliamente a otros”. Sobre los tres poderes del Estado emerge un poder económico que “pasa” de la representación democrática de la ciudadanía y no necesita de una mayoría cualificada para hacernos pasar por el lado estrecho del embudo.
Nuestro nuevo presidente M. Rajoy incorpora otra aportación a este nuevo marco jurídico, la Ley de Dios. Su gobierno aplicará medidas “como Dios manda”. Por lo tanto, todo lo que haga el nuevo gobierno será conforme con la voluntad divina y en esas condiciones, a ver que mortal se opone a ella y saca un billete de ida a los infiernos.
También se nos presenta una nueva interpretación sobre las Leyes Orgánicas. Hasta ahora regulaban materias muy sensibles como los derechos fundamentales recogidos en la Constitución, pero ahora, como decía Perich, “las Leyes Orgánicas son las que salen de los órganos”. No necesitan informe del Consejo de Estado. Todo dependerá de la mayoría absoluta de los órganos del gobierno.
No sé quién es el árbitro de este partido en el que nos jugamos tanto el bienestar actual como los derechos sociales conquistados durante décadas. Árbitro que aplica la Ley de la Ventaja a su manera. No pita falta siempre que su equipo mantenga el control de la pelota. Ha habido algún amago de cortar el juego de los mercados clamando con refundar el capitalismo, pero una vez asegurado que no se ha perdido el control de la situación-balón, el árbitro permite que siga la jugada y que nada cambie.
La ventaja está asegurada porque nos inculcan que la poda al Estado de Bienestar es dictada por la razón y el sentido común, que son los principios de la Ley Natural No hace falta que los ajustes que se aplicarán en todos los ámbitos no estén en el programa electoral del nuevo gobierno. Esta democracia no exige transparencia, ni ética en el ejercicio de la política.
El Diputado General de Álava nos ha anunciado que para el 2012 nos aplicará una economía de guerra, que como ustedes saben entra en vigor con la Ley Marcial. No confundir con los iruneses ni con los que celebran su santo el 30 de junio. Es un anuncio claro y nítido de una limitación y suspensión de derechos que veníamos disfrutando. Se nos impone la sumisión a todo lo que aprueben en aras al mantenimiento del orden público.
Nos encontramos en una situación dónde nuestro marco jurídico crece bajo los principios de la Ley del más fuerte, dónde los débiles son marginados y agredidos en sus derechos. No hay refugio para los que no se sientan agredidos porque con su pasividad ejercen otra forma de agresión al débil, pero más cómoda. Aplicando la Ley de la Selva serían el rebaño que se queda mirando lo que ocurre, agradeciendo que los palos no vayan para ellos.
El conjunto de normas que regulan nuestra vida social, política y económica conforman el Imperio de la Ley, al que todos estamos sujetos. Pero nos encontramos en una metamorfosis de este principio que está siendo sustituido por la Ley del Imperio. Cambia constituciones sin refrendo ciudadano, elige presidentes de gobierno sin que se presenten a las elecciones, dirige a los bancos centrales, dicta las condiciones laborales y la renta de nuestros pensionistas, etc.
Falta incorporar a este peculiar ordenamiento jurídico los principios que emanan de la” Lex Talionis”. La Ley de Talión establece una proporcionalidad entre el daño cometido y el castigo. Los culpables de esta crisis siguen dirigiendo nuestras vidas, aumentando sus patrimonios y disfrutando de una impunidad vergonzosa. En vez de responder por las consecuencias de sus actos, disfrutan de sus riquezas acumuladas en estos años de especulación y derroche.
Un capital de Ley, que saben que define la cantidad de oro y plata que contienen sus cuentas radicadas en sus paraísos fiscales.