Euskadi

Resolucion Consejo Politico de Euskadi 15/12/2011

Resolucion Consejo Politico de Euskadi 15/12/2011

Las elecciones generales, celebradas el pasado 20-N, permiten extraer distintas conclusiones, pero, entre todas ellas, una obvia: el triunfo por mayoría absoluta del Partido Popular. Ante esta realidad, el resto de interpretaciones pasan a un segundo plano, en la medida en la que un nuevo Gobierno de Mariano Rajoy condicionará la vida de la ciudadanía en el corto y medio plazo, aplicando nuevos recortes de derechos sociales y laborales, que se traducirán en un mayor desempleo, más precariedad, más desprotección y menos bienestar y confianza en el futuro.

Desde una perspectiva de izquierdas, todas las mayorías absolutas son negativas por definición; en este caso concreto, además, podemos hablar sin temor a equivocarnos de un ciclo político en el que el neoliberalismo y la derecha económica están imponiendo sus dictados, primando sólo el interés de los mercados, la banca y la patronal. La ciudadanía, en cambio, carece de referentes claros y estables, que velen por sus derechos sociales y laborales en las instituciones y en la movilización.

El 15 M es un movimiento social, que ha despertado una ilusión en la ciudadanía con aspiraciones reivindicativas de izquierda, por lo tanto, uno de los parámetros que deben seguir en nuestro futuro político y social, es trabajar en un puente común con todas las asociaciones y movimientos sociales que trabajan desde una perspectiva de izquierdas, uniendo nuestra voz a la de todos esos movimientos sociales y trabajando codo con codo con todo este frente común que es inequivocablemente de izquierdas, como lo demuestra que, a pesar de no tener etiquetas políticas, coincide dicho movimiento con nuestras reivindicaciones políticas y sociales (ej: reforma de la Ley electoral; abusos de los bancos, privación del derecho a la vivienda…)

En lo que respecta a Izquierda Unida, podemos constatar que esta formación ha obtenido un buen resultado electoral, anticipado por las encuestas, aunque es igualmente evidente que su capacidad de influencia en esta nueva etapa será mínima y su voz será tan poco escuchada como en la etapa anterior. La decisión de apartar a Gaspar Llamazares de puestos de responsabilidad en el Congreso de los Diputados sólo contribuye a minar la credibilidad de Izquierda Unida para generar ilusión, recuperar la confianza del voto progresista y convertirse en una opción con fuerza y potencial para ser el referente del discurso ecosocialista, republicano, federal y anticapitalista.

Creemos en la necesidad de un proyecto de izquierda estatal, pero no por ello podemos evitar nuestra impotencia por la incapacidad de Izquierda Unida para crecer como debiera haberlo hecho en un contexto marcado por la debacle del PSOE; Todo ello, además, sin olvidar que nos encontramos inmersas e inmersos en una crisis económica y social grave, en la que una opción como Izquierda Unida tendría que ser el mejor referente para las personas más concienciadas y comprometidas. Sin embargo, una vez más, ese sector tiende a refugiarse en la abstención porque no somos capaces de ganarnos su apoyo.

Creemos, por tanto, que hay razones para el alivio en el seno de Izquierda Unida, aunque también las hay para la autocrítica y el replanteamiento de su apuesta política tanto en el ámbito interno como externo. Conectar con la ciudadanía más próxima a nuestra ideología y/o espacio político es un reto pendiente, así como promover una dinámica de diálogo, consenso y acuerdo en la propia organización. Las divisiones y la tendencia creciente al desencuentro nos debilitan y nos hacen vulnerables; no podemos dar más bazas en este sentido a quienes buscan nuestro desprestigio para apuntalar aún más el bipartidismo y la no existencia de una alternativa de izquierda con fuerza e implantación en todo el Estado.

Sabemos que ésta no es una teoría fácil y, precisamente por ello, Izquierda Unida tendría que ser capaz de abrir este debate a la participación de su militancia, sus federaciones y el tejido propio de su entorno ideológico afín. La primera decisión del equipo liderado por Cayo Lara en el Congreso de los Diputados no apunta lamentablemente en esta dirección. El PCE debe entender que su historia, su tradición y su compromiso político no son suficientes para conectar con los nuevos movimientos sociales, atraer a una juventud desencantada o sumar nuevas adhesiones desde la izquierda. El poder hegemónico le aísla y sólo cabe reforzar la estrategia de la unidad de acción desde el reconocimiento de la pluralidad.

En relación a Euskadi, es notorio que Amaiur ha demostrado, al igual que hizo en los comicios municipales y forales, la fortaleza del voto abertzale, con gran penetración en la ciudadanía vasca, que encuentra en esta sensibilidad una alternativa legítima al triángulo conformado por PNV, PP y PSOE. Es cierto que el PNV ha cubierto sus expectativas, aunque también es cierto que sus puntos más vulnerables -Gipuzkoa y Álava- pueden pasarle factura en las próximas elecciones autonómicas, que bien podrían adelantarse al otoño de 2012.

El PSE no ha sido ajeno en Euskadi a la debacle registrada en el conjunto del Estado y el Partido Popular, por su parte, tampoco ha sido capaz de atraer los votos perdidos por la formación liderada por Patxi López. La entente entre ambas formaciones políticas no funciona en Euskadi y asistiremos paulatinamente a un distanciamiento pactado, que bien podría estar en el origen de la convocatoria de una cita con las urnas el próximo otoño. En este nuevo ciclo político, marcado por el cese de la violencia de ETA, no tiene razón de ser que la izquierda abertzale no esté representada en el Parlamento vasco, que puede y debe jugar un papel más activo en el proceso de paz, normalización y reconciliación.

Apuestas como la patrocinada por Equo no han logrado tampoco el reconocimiento esperado por sus promotores y la candidatura de Izquierda Unida-Ezker Anitza se ha limitado a mantener los mismos resultados porcentuales que en los pasado comicios municipales. Una vez más, se pone de manifiesto que la fragmentación del voto en el ámbito de la izquierda se traduce en un retroceso o en un fracaso. La reflexión se impone en este campo, desde la convicción de que hay lugar para un quinto espacio, al igual que ocurre en Catalunya con Iniciativa.

En cualquier caso, desde una perspectiva de izquierda, el mapa político electoral no invita al optimismo ni en el Estado español, ni en Euskadi. Muy al contrario, todo parece indicar que la crisis económica y social será cada vez más grave, tendrá una incidencia mayor en la ciudadanía y las propuestas que se ponen sobre la mesa para resolverla sólo contribuirán a profundizar a peor el camino ya emprendido en su día por el Gobierno Zapatero. Lejos de mejorar, vamos a empeorar y las formaciones políticas con mayor nivel de acumulación de poder van a ser, precisamente, las ejecutoras de las directrices de los mercados, la banca y la patronal.

¿Qué hacer ante esta situación?

En Euskadi hay espacio para una formación política de izquierdas con capacidad de atracción de nuevas voces y sensibilidades, que hoy no están representadas por la izquierda abertzale. Pensamos en personas, grupos y organizaciones no independentistas, que priman la construcción social sobre la construcción nacional, desde el reconocimiento de los derechos políticos y sociales de la ciudadanía vasca. No hablamos de un proceso de refundación, sino de un proceso de construcción de una alternativa más social que política, con vocación de movilización y transformación. La clave está en crear un proyecto nuevo sobre la base de un nuevo programa y nuevas voces. Este planteamiento no significa renunciar a lo ya existente, ni a la experiencia de personas con amplia trayectoria en la izquierda. Al contrario, su contribución es prioritaria, pero no para refundar lo existente sino para construir un movimiento alternativo más participativo, más plural y más dinámico.

Para ello, es preciso que todas las sensibilidades de izquierda que actualmente trabajamos por separado, cuando no enfrentados o distanciados, en ámbitos como la ecología, el feminismo, la cooperación al desarrollo o el socialismo sumemos fuerzas y actuemos conjuntamente, no sólo en las instituciones, sino, primero y sobre todo, en la concienciación ciudadana. No podremos lograr que nos miren con respeto y nos reconozcan como una alternativa si previamente no demostramos voluntad de diálogo y vocación de anteponer los intereses propios a los intereses generales.

La política vive una etapa de descrédito social sin precedentes y es preciso demostrar que este discurso sólo beneficia a la derecha, que es la que sale fortalecida de un escenario en el que es la izquierda la que termina por pagar los platos ratos de la pérdida de confianza de la ciudadanía en la vida pública. La construcción de una alternativa como la que proponemos, y que denominaremos a partir de ahora Proceso Ezkerra- Izquierda, no implica la creación de una organización política con fines exclusivamente electorales, que también, sino sobre todo la consolidación de un nuevo modelo de hacer política, que pasa por la resistencia y la rebelión unitaria de la izquierda social, sindical, ecologista, federal y antiliberal contra un sistema que amenaza la democracia, los derechos sociales y laborales, y el bienestar de la ciudadanía.

Apuesta por Paz, la Normalización y la Reconciliación

El 20 de octubre de 2011, ETA anunció el cese definitivo de su actividad terrorista. A nuestro entender, la desaparición del terrorismo tiene su origen en la interiorización de la inutilidad de la violencia por parte de la sociedad vasca, cuyo compromiso con la paz y los principios éticos ha llevado a la izquierda abertzale a rechazar la lucha armada y ha forzado, igualmente, a ETA a poner punto final a su propia actividad.  Por todo ello, esta misma ciudadanía debe ejercer un papel protagonista en el proceso de reconciliación, convivencia y normalización política, sin menoscabo de las responsabilidades atribuidas a las instituciones, formaciones políticas y agentes sociales, pero tomando siempre en consideración su participación activa y su protagonismo en la toma de decisiones en las distintas fases del proceso.

La búsqueda de alternativas para avanzar hacia la reconciliación, convivencia y normalización no puede ser utilizada en ningún caso tampoco como excusa para eludir el debate sobre el modelo de desarrollo económico, el recorte de derechos sociales y laborales o la fiscalidad. No podemos caer esta vez en la trampa de utilizar el debate sobre la paz como coartada para eludir el debate sobre las consecuencias de la crisis económica y el modo de afrontarla, tal y como se ha hecho en el pasado al utilizar el terrorismo como excusa para negar el derecho a decidir o desautorizar el dialogo político democrático para dar cauce a las aspiraciones de la sociedad vasca.

Proponemos, en este sentido, las siguientes iniciativas tendentes a impulsar la reconciliación, la convivencia y la normalización política en Euskadi, al amparo de la desaparición definitiva de la violencia y la consiguiente apertura de un nuevo ciclo, marcado por la prioridad de consolidar una paz real mediante el impulso de alternativas que respondan al sentir mayoritario de la ciudadanía vasca y reconozcan el derecho de la misma a ser consultada en todo proceso de toma de decisiones que incidan en sus vidas.

Impulsar la constitución de una Mesa de partidos políticos, sin exclusiones ni temas tabú.

Elaborar un Plan de Reconciliación, Convivencia y Normalización que recoja las aportaciones de todas las sensibilidades existentes en Euskadi y responda a las demandas de todas las partes implicadas, con especial atención a las víctimas de la violencia, que requieren verdad y reparación como garantía para hacer factible el perdón y cuya planificación, impulso, desarrollo y gestión recaería en la Mesa de partidos.

Instar a que la resolución de la situación de las personas presas y refugiadas, así como de las causas judiciales abiertas, se acople y sea receptiva al nuevo tiempo abierto en Euskadi, reivindicando para ello la aplicación de aquellas medidas contempladas en la legislación vigente, así como otras de carácter excepcional, que hagan posible la búsqueda de salidas individuales y colectivas, según los casos. Estas medidas deberán contar con el refrendo del Parlamento vasco para preservar su legitimidad, desde el respeto a la división de poderes, pero también desde el convencimiento de que las leyes se pueden interpretar desde la realidad política y social del momento.

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