Euskadi

Primer manifiesto : 18 tesis por el ecosiocialismo

Clément Sénéchal. «Yo quiero que la inmensa mayoría, la única mayoría: todo el mundo, pueda hablar, leer, escuchar, sentirse realizado.
Nunca he entendido la lucha sino como un medio de terminar con la austeridad.
He escogido un camino porque creo que nos lleva a estar alerta de manera permanente.
Lucho por esa felicidad general, multiplicada, inagotable» Pablo Neruda, poeta chileno (Confieso que he vivido, 1974) Este Manifiesto de las Asambleas por el ecosocialismo se inscribe en la línea del Manifiesto internacional del ecosocialismo publicado en 2002 así como en la declaración ecosocialista de Belén de 2009, para abrir el camino a un nuevo proyecto político.
Ha sido ampliamente sometido a debate en el marco de la Asambleas por el ecosocialismo organizadas por el Parti de Gauche el uno de diciembre de 2012.

Desde entonces, se han recibido 133 enmiendas de relevantes, procedentes de más de una treintena de autores de horizontes diversos que han sido analizadas. Esta síntesis se ha enviado como propuesta a todas aquellas organizaciones y personas que lo deseen y que se identifiquen con el ecosocialismo, tanto en Francia como a nivel Internacional.
Este Manifiesto de la Asambleas por el ecosocialismo será discutido a lo largo de todo el año y dará lugar a nuevos debates con ocasión de las segundas asambleas por el ecosocialismo que se llevaran a cabo en diciembre del 2013 en el marco de los comités de asamblea compuesto por las siguientes personalidades: Mathieu Agostini, Paul Ariès, Guillaume Etievant, Laurent Garrouste, Susan George, Janette Habel, Damien Joliton, Matthieu le Quang, Jacques Lerichomme, Michael Löwy, Laurent Maffeis, Corinne Morel Darleux, Arno Munster, Danièle Obono, Anita Rozenholc… Todas las informaciones sobre las asambleas permanentes por el ecosocialismo se encuentran en: ecosocialisme.com

¿QUÉ ES EL ECOSOCIALISMO?

1. Una alternativa concreta y radical. El ecosocialismo no es una utopía a la cual lo real debería conformarse. Es la respuesta humana razonada al doble callejón sin salida en el cual se encuentra encerrada la humanidad hoy en día por sus modos de producción y consumo que esclavizan al ser humano y agotan al medio ambiente. Esta respuesta apela a un pensamiento y una acción política radical, en el sentido de que debe ir a la raíz de las causas.

Así pues nosotros combatimos entonces los 2 motores del sistema actual: el capitalismo y el productivismo. El capitalismo impone la mercantilización para hacer de cualquier cosa una nueva fuente de dividendos. Es así responsable del incremento de las iniquidades sociales y de la globalización en marcha, liberal y liberticida, donde reina el dumping social y medioambiental con la deslocalización de las contaminaciones y de las alteraciones del ecosistema. El productivismo agota los recursos naturales y afecta negativamente al clima. La ideología consumista es su corolario. Esta eleva la acumulación material al rango de ley, a grandes golpes de publicidad para generar necesidades jamás satisfechas. Nosotros señalamos a los verdaderos culpables de ese sistema: la oligarquía financiera globalizada, los gobiernos sometidos a los lobbies de las multinacionales sin control democrático, los ideólogos de la libre competencia, del capitalismo verde y del libre intercambio. Frente a ellos, el ecosocialismo es una alternativa para salir de la crisis e imponer el interés general humano: compartir las riquezas sin demora, fundar una nueva economía de las necesidades y de la sobriedad, preservar el clima, el ecosistema y su biodiversidad.

2. Un paradigma del interés general. De hecho, previo a cualquier idea humana sobre el tema, el ser humano es parte integrante del ecosistema en el que vive, ambos no pueden disociarse. No hay más que un solo ecosistema global compatible con la vida humana. De allí que todos somos iguales en nuestra dependencia con respecto al ecosistema. Esta verdad se impone a todos, más allá de nuestras diferencias de todo tipo. Hay, por tanto, un interés general humano que está ligado al de otras especies vivas: preservar el ecosistema que hace la vida humana posible. ¿Cómo identificarlo si no es por la libre deliberación colectiva? ¿Cómo podría ésta ser libre si los unos dominan a los otros, si verdades reveladas se imponen previamente?

El paradigma ecologista necesita, pues, la democracia, la igualdad social, la laicidad y el feminismo, condiciones imprescindibles para que el debate ciudadano pueda tener lugar sin la intrusión de fuerzas oligárquicas, dogmáticas o patriarcales. Para concluir, en la deliberación para determinar el interés general humano, cada uno de nosotros está llamado a decir no lo que es bueno para sí mismo, sino lo que es bueno para todos. Ello instituye la universalidad de derechos humanos, la ciudadanía como deber y la República como necesidad. Tal es el lazo de unión razonado entre la ecología política y la República social universal. Es esta teoría política global lo que llamamos ecosocialismo. Se trata de un humanismo y de un universalismo socialista y concreto.

3. Una nueva síntesis política de izquierda. El ecosocialismo es un nuevo proyecto político que sintetiza una ecología necesariamente anticapitalista y de un socialismo necesariamente liberado de las lógicas del productivismo. Permite de esta forma la unión de grandes corrientes de la izquierda en un nuevo paradigma político. Necesitamos este nuevo proyecto de sociedad alternativo al capitalismo. Traza una línea de horizonte en la lucha por una sociedad de emancipación y de progreso donde el pillaje del medio ambiente y la explotación del hombre por el hombre habrán desaparecido.

Nuestro proyecto ecosocialista toma en cuenta las necesidades humanas y los límites del planeta, replantea la utilidad social de la producción, nuestras maneras de consumir, nuestras necesidades reales, la finalidad de nuestros productos y la manera de producirlos.

4. La renovación del socialismo. El socialismo siempre pretendió la emancipación de la persona humana. Esta pasa por la repartición de la riqueza, la democratización del poder y la educación global de cada mujer y cada hombre. Ese programa es aún el nuestro. Pero ahora sabemos que la emancipación no se puede obtener por el crecimiento sin fín: el ecosistema que hace posible la vida humana no lo permite. Ese principio nos obliga a definir un nuevo modelo de progreso en ruptura con el sistema capitalista. Deber volverse a plantear no sólo el sistema de producción e intercambio, sino además el contenido de las producciones y los modos de consumo. Esto implica, por consecuencia, al conjunto de la organización social y política. Nos obliga a pensar de una forma nueva qué es verdaderamente el progreso humano en la perspectiva de la preservación del ecosistema. En esas condiciones, proponemos un nuevo enunciado a la estrategia emancipadora por el futuro de la humanidad. Esta nueva conciencia y su programa de acción son el ecosocialismo. Sus métodos son la radicalidad concreta, la planificación ecológica y la revolución ciudadana. II SALIR DE LOS CALLEJONES SIN SALIDA IDEOLÓGICOS

5. La mentira del capitalismo verde, los riesgos de medioambientalismo. Nuestra ecología es social, ella prolonga las luchas históricas de la izquierda. Rechazamos la mistificación representada por una cierta visión de la ecología que se quiere compatible con el liberalismo. Denunciamos el “capitalismo verde”, que bajo el disfraz del desarrollo sostenible, ofrece un nuevo espacio al poder de la búsqueda del lucro máximo, alimenta la dinámica imperialista y el corto plazo. Rechazamos el discurso ecologista que se contenta con culpabilizar a los individuos. Así evita destacar la mayor responsabilidad del productivismo sin freno, renuncia a atacar a los modelos de producción o de consumo capitalistas y rechaza ver que ellos explotan a los más precarios y saquean a los países del Sur. Rechazamos lo que sería una ecología de salón separada de las clases populares, sin crítica seria de la economía globalizada, desprovista de visión social y por tanto, de eficacia medio ambiental. Nuestra ecología aborda las cuestiones del medio ambiente relacionándolas sistemáticamente con la crítica económica y con las luchas sociales implicando en ellas a todos los ciudadanos.

6. El callejón sin salida de la socialdemocracia. Rechazamos la doctrina socialdemócrata que querría que toda redistribución de riquezas pasara previamente por la reactivación del crecimiento del PIB y el alza del consumo material global. Esto es un doble contra sentido. Primero, permite que se mantenga el poder del capital financiero y supone que la repartición de la riqueza se organiza a partir de los “frutos del crecimiento”. No se ataca a la acumulación ya operada. Sin embargo, sabemos que las riquezas existen y que no hay lugar a esperas para redistribuirlas. Lo que se cuestiona es la acaparación de esas riquezas vía la predación del capital. Por otro lado, esa doctrina se basa en sobre un modelo de expansión infinita, lo que es un suicidio de la civilización humana. El PIB es un indicador que no refleja el bienestar de una sociedad. Es obviamente un imperativo que cada ser humano pueda acceder a los bienes fundamentales. Por supuesto, la reactivación de las actividades de interés general es indispensable. Sin embargo, esta reactivación de un crecimiento económico ciego no responde a las urgencias sociales por propia naturaleza y es aún menos deseable y soportable desde el punto de vista de la preservación del ecosistema, los recursos naturales y el clima. No esperamos por tanto ni retomar el crecimiento ni los efectos benéficos de la austeridad: nosotros no creemos ni en lo uno ni en lo otro. III INSTAURAR UNA NUEVA ECONOMIA POLITICA AL SERVICIO DEL PROGRESO HUMANO

7. Poner la economía al servicio de las necesidades. El ecosocialismo quiere poner la economía y el sistema productivo al servicio de las necesidades humanas; en eso, se opone a la “política de la oferta” defendida por los liberales. Rechazamos esta lógica productivista que consiste en producir todo y no importa qué, en cualquieras condiciones para verterlo en un mercado a través de gastos publicitarios. ¿Cómo no ver también que con ese objetivo, para aumentar las ganancias, el sistema nos vende productos programados para romperse y volverse obsoletos cada vez más rápido? ¿Cómo soportar más tiempo el derroche de los desperdicios crecientes de nuestra civilización? ¿Cómo cerrar los ojos al hecho de que muchos son exportados a países del Sur en perjuicio de la salud de sus poblaciones y de su medio ambiente? Nuestras decisiones colectivas se deben guiar, al contrario, por la satisfacción de las necesidades reales; ése es el sentido de la planificación ecológica que invierte esta lógica, partiendo de las necesidades, del deber de preservar el ecosistema y del derecho de todos a vivir en un medio ambiente sano. Dicha planificación ecológica pone el sistema productivo en adecuación a estos imperativos.

8. Romper con los esquemas de pensamiento tradicionales. El ecosocialismo cuestiona la dictadura de los intereses particulares y de la propiedad privada de los medios de producción. Cuestiona la relación al trabajo. Nosotros preconizamos la apropiación social de los medios de producción y las propuestas alternativas de la economía social y solidaria en términos de autogestión y de cooperativas. Defendemos la soberanía presupuestaria y la nacionalización como herramienta de política pública, particularmente en materia de servicios bancarios y crediticios. Índice de progreso humano, desmundialización y proteccionismo social y ecológico, dotación incondicional de autonomía salarial socializada, ingreso máximo autorizado, son algunas de las perspectivas que tenemos en el espíritu para salir de los caminos trillados y evitar la trampa de ser guiados por el sistema. Nos hace falta ir más lejos en materia de reducción drástica del tiempo de trabajo: “trabajar menos para trabajar todos mejor”, fijarse el pleno empleo como meta siempre cuestionándose las finalidades del trabajo. No sirve de nada trabajar más tiempo que el tiempo útil para producir aquello de lo que tenemos necesidad. El tiempo así liberado podría ser eficazmente utilizado para realizar actividades consideradas hoy como “improductivas” y sin embargo, tan esenciales al buen vivir. 9. Producir de otra manera. La revisión de nuestro sistema de producción se basa en lo que llamamos “4 R”: Relocalización de la actividad, reindustrialización ecológica, reconversión del aparato industrial y redistribución del trabajo.

Existen numerosas necesidades no satisfechas: en una industria relocalizada, en los servicios a personas, en la agricultura ecológica y la agricultura campesina al servicio de la soberanía alimentaria y de la salud de todos, en la investigación y sus sectores “verdes” que apuntan a reducir nuestra dependencia de los recursos agotables (eco construcción, eficacia energética, renovación térmica, energías renovables…). Con el aumento del desempleo y de la crisis social, el argumento del empleo es utilizado con demasiada frecuencia contra el imperativo de la protección del medio ambiente. Es absurdo: estamos viendo el costo económico y social del “dejar hacer” liberal, allí donde la relocalización y la transición ecológica permitiría al contrario conservar, transformar o crear numerosos empleos, locales y estables en todos los países. 10. Instaurar la regla verde como brújula política. La “regla verde” es nuestro indicador central del pilotaje de la economía; reemplaza a la “regla de oro” de las políticas de austeridad y “de ajuste estructural” impuestas por el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la Comisión Europea y la Banca Central Europea; pretende asegurar nuestra responsabilidad ante la humanidad y su ecosistema suprimiendo la deuda ecológica; asocia la necesaria reducción de ciertos consumos materiales y el necesario relanzamiento de ciertas actividades tomando en cuenta de forma sistemática la huella ecológica generada. Además de los destrozos ya cometidos a reparar en materia de emisión de gases de efecto invernadero y de pérdida de biodiversidad, adoptamos como modo de evaluación de las políticas públicas, retrasar cada año el “día de superación global”. Se trata del día en el que hemos tomado a escala mundial el volumen de recursos renovables igual a lo que el planeta es capaz de regenerar y hemos producido la cantidad de desperdicios que ella sea capaz de asimilar.

Nuestro objetivo es de llevarlo al 31 de diciembre, es decir, neutralizar nuestra huella ecológica. Esto implica la reducción drástica de emisiones de gases de efecto invernadero y la suspensión de lo nuclear que produce desperdicios radioactivos que nadie sabe manejar y que comporta riesgos inaceptables tanto para los seres humanos como para el ecosistema. IV: CONSTRUIR LA REVOLUCIÓN ECOSOCIALISTA 11. Las luchas deben converger.

Nuestro objetivo de ruptura en cuanto a cultura ecosocialista impone que la acción política sea cosa del pueblo. Se trata de reunir y actuar, no de contentarse con tener razón entre los afectos, o lo que es peor, de poner los unos contra los otros: nos situamos del lado de los trabajadores y los excluidos del sistema que resisten y llevan proyectos alternativos sociales y medio ambientales. La reconversión ecológica no se hará sin ellos, ni mucho menos en su contra. Nuestros adversarios en esta bifurcación radical de sociedad no son los investigadores o los trabajadores de la industria, sino más bien los bancos, las multinacionales y los accionistas que orientan la producción en función de sus intereses privados y no en el interés general. 12.

Luchar y resistir para inventar. La revolución socialista combina propuestas programáticas y presencia en las luchas sociales y medioambientales, al lado de todos y todas que resisten. Los ciudadanos comprometidos en este proyecto se implican en el desarrollo de experimentos y alternativas concretas: circuitos cortos, asociaciones por el mantenimiento de la agricultura campesina, sostén a los cinturones de agricultura de subsistencia y acciones contra la desnaturalización de los suelos, colectivos de ciudades en transición, retoma de empresas por parte de los asalariados, sistemas de intercambio locales, ahorro ciudadano y monedas complementarias, hábitat colectivo y conducción automotriz compartida… Ser activos en las acciones de desobediencia civil y no violenta, operaciones anti publicidad u ocupación de viviendas vacías. Los elegidos del pueblo por el proyecto ecosocialista se comprometen con una línea de acción coherente entre sus discursos y sus actos.

Hacen vivir la izquierda por el ejemplo tomando medidas como la prohibición de publicidad, la vuelta a la gestión pública del agua, la penalización del mal uso o incluso la extensión de la gratuidad de los servicios públicos. 13. Poner en marcha la planificación ecológica. La planificación ecológica impone tener en cuenta el largo plazo y el dominio público, todo dispuesto bajo el control de los ciudadanos, trabajadores y usuarios. El problema no es la industria, la investigación o la técnica en sí, sino la ausencia de elecciones y de control ciudadano. Una revolución ciudadana es necesaria para conquistar esta capacidad de control. Tal es la mezcla detonante de utopismo revolucionario y de técnica a la que aspiramos. El Plan ecológico da la posibilidad de organizar el cambio de dirección hacia otro modo de desarrollo, interrogándonos por nuestras necesidades y reorientando la producción, intercambio y consumo en virtud de su utilidad social y ecológica.

El sector de la investigación debe reorganizarse en torno al interés general y de las necesidades reales, e inventar nuevas formas participativas por la vía por ejemplo de convenciones de ciudadanos. La escuela pública, a través de los centros educativos profesionales, tecnológicos y generales, debe organizar la elevación de los conocimientos y calificaciones a todas las edades para alcanzar el éxito en este cambio de dirección y hacer emerger nuevos centros. “Conferencias de participación popular” deben ser organizadas para redefinir los criterios de utilidad social y medioambiental y la articulación entre sus diferentes peldaños, desde las políticas europeas hasta las acciones locales. La planificación ecológica organiza la intervención continua de los asalariados en la gestión de las empresas en la prolongación de la convergencia creciente, de las luchas sociales y medioambientales. 14. No hay igualdad y República social posibles sin un proceso constituyente! Afirmamos la exigencia de un alto nivel de cultura común por la escuela pública incluyendo la educación medioambiental.

Si no, ¿cómo hacer posible la emancipación individual y colectiva, única que permitiría el consentimiento de un contrato social compartido por todos? El proyecto socialista reafirma el rol del Estado, de la colectividad y de los servicios públicos, indispensables para planificar la ruptura, construir una sociedad emancipadora y garantizar la igualdad de acceso a los derechos fundamentales para todos, y en todas partes. Estos deben ser refundados por la vía de una asamblea constituyente que debe renovar profundamente las formas institucionales e instalar los medios democráticos que harán posibles la implicación ciudadana permanente y la soberanía popular en todos los dominios, puesto que la tarea revolucionaria es inmensa. Apoyamos en efecto, la puesta en práctica de un “management” del territorio inverso al esparcimiento urbano, de la concentración de las poblaciones en las megalópolis y de las competencias entre los territorios. Militamos por un nuevo urbanismo que acerque las funciones indispensables al “bienestar” (servicios públicos de salud y educación, vivienda, actividad profesional cultura y esparcimiento, biodiversidad, agricultura campesina). Rechazamos la mercantilización de lo vivo y los OGM, tanto como la especulación de bienes comunes como el agua, la energía y el saber, y la privatización de servicios públicos. Estos deben ser objeto de una gestión pública repensando la articulación entre el Estado, garante de la igualdad republicana, las colectividades locales y la acción de los ciudadanos, sindicatos, asociaciones y usuarios. 15.

Guiar la batalla cultural. El proyecto ecosocialista conduce su combate ideológico mediante la educación popular. Pretende descolonizar el imaginario. Denuncia la programación de un individuo consumidor dócil, sometido al punto de vista de los supuestos expertos y a los imperativos del productivismo que nos hace desear producciones perjudiciales e inútiles, fabricadas en el otro extremos del planeta en condiciones de trabajo indignas y bajo legislaciones medioambientales deficientes, cuando no inexistentes.

Combate el brazo armado del productivismo que son la publicidad, con su cortejo de mercantilización y de sexismo, la moda y los medios de comunicación, retomados por los organismos de crédito, que nos condicionan y nos someten a un mandato de compra y desperdicio permanentes. Esta batalla ideológica es también una batalla de vocabulario. Rechazamos la política del oxímoron y la neolengua liberal: el “precio del trabajo” que se convierte en un “coste”, las cotizaciones sociales en las “cargas”, los “guardianes de la paz” renombrados “fuerzas del orden”, la video vigilancia “video protección”, o incluso lo nuclear disfrazado en energía “limpia y sin carbono”. 16. Hacer saltar los cerrojos de los tratados liberales.

A escala mundial, denunciamos los acuerdos promovidos por la Organización mundial del comercio, acuerdos de libre intercambio y acuerdos de asociación económica que contribuyen al agotamiento de los recursos naturales, a la explotación de los pueblos del Sur y al dumping social en los países llamados desarrollados. Porque es la primera zona económica del mundo, la evolución de la Unión Europea implica a todo el planeta. Su política liberal es presa por los candados de los planes actuales y las políticas de austeridad. Establecidas bajo el latrocinio de los lobbies económicos y financieros, los cuales tienen todos en común la previsión de la desaparición de los servicios públicos, la extensión del dominio mercantil y del libre intercambio. Ello provoca a la vez los daños debidos a las competiciones mercantiles, y la destrucción de los servicios públicos y bienes comunes para el beneficio de intereses privados. La Europa liberal y “austeritaria” impide también el manejo y orientación de la producción y del intercambio hacia objetivos de progreso humano. En esas condiciones, asumimos que una política ecosocialista en Europa pasa por la desobediencia a la Europa liberal y a sus directivas.

Hace falta para ello construir otras correlaciones de fuerzas entre los ciudadanos, el poder de la finanza y de las instituciones anti democráticas de la Unión europea. Si la escala europea puede ser pertinente para grandes políticas medioambientales y sociales, su puesta en marcha no será posible sino por la construcción de otra Europa, bajo el control democrático de los pueblos. 17. Llevar a cabo un combate internacionalista y universalista.

No hay más que un solo ecosistema posible para la vida humana. Es necesario discernir las consecuencias en todos los dominios. Las decisiones tomadas en un extremo del planeta tienen repercusiones en todas partes. El proyecto ecosocialista implica el reconocimiento de la responsabilidad de los países llamados del Norte, de la Organización mundial del comercio, del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial de cara a los pueblos del Sur. Denunciamos la competencia organizada en lugar de la cooperación, el productivismo y sus efectos sobre el clima mundial, el saqueo de los recursos naturales, la acaparación de tierras cultivables o incluso la austeridad impuesta por la Troika. Induce el reconocimiento de la Declaración universal de los derechos del hombre y la creación de un tribunal internacional de crímenes contra el medioambiente.

El ecosocialismo nos impone contribuir en los debates que ligan políticas de desarrollo y de progreso social, y la preservación del medioambiente. Para ello, sostenemos y nos inspiramos en las alternativas en el extranjero: revoluciones ciudadanas y “primaveras” árabes, rechazo de la deuda y de los monopolios mediáticos en Argentina, asamblea constituyente en Islandia y en Venezuela, iniciativa Yasuni ITT para dejar el petróleo bajo tierra en Ecuador… Los saberes, la experiencia y los métodos adquiridos en esas situaciones deben poder convergir. El proyecto ecosocialista debe poder ser llevado por un foro mundial que tenga por objetivo la revolución ciudadana de nuestro tiempo. 18. Hacer la revolución ciudadana por el ecosocialismo.Teniendo en cuenta la amplitud de su objetivo, el cuestionamiento del modelo productivista capitalista no puede resultar de una simple alternancia electoral y de decisiones venidas desde las cúpulas.

Esto implica una refundación radical de las instituciones incluyendo escrutinios proporcionales, paridad y no acumulación de mandatos permitiendo al pueblo ser efectivamente representado en todas sus características. Se trata de derribar a la oligarquía y asegurar, en todas las circunstancias, la soberanía popular por una democracia real. Esto exige que las mayorías parlamentarias ecosocialistas conjuguen su acción con los movimientos de implicación popular en todos los dominios de la vida de la sociedad. Esta reapropiación de la iniciativa política y ciudadana por cada mujer y cada hombre, con el objetivo de determinar en todos lados y en todos los temas cuál es el interés general, eso es a lo que llamamos revolución ciudadana.

Es una revolución. Pues se propone cambiar las formas de la propiedad, el sistema institucional y la jerarquía de normas jurídicas, sociales y medioambientales que organizan la sociedad y la economía. Es ciudadana. Pues ella quiere dar el poder a cada uno, no para usarlo en el interés de una categoría social en particular sino por el bien de todo humano, y puesto que se da formas institucionales y se somete al sufragio universal en el pluralismo político. Nos negamos a que la desesperanza y la cólera basculen hacia el odio.

Ni vanguardia iluminada, ni dictadura verde, ni repliego étnico, defendemos la vía democrática de la revolución ciudadana. El pueblo no es el problema, es la solución. El peor daño de la crisis actual de la civilización humana sería que la humanidad sea incapaz de abrirse el camino de un futuro diferente. El ecosocialismo puede ser ese futuro. Qué florezca!

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